(Por Coco Ramón – Enviado especial para CDT) – Boca Juniors debutó en el Mundial de Clubes con una actitud renovada, carácter competitivo y un juego que ilusionó a su gente. Sin embargo, no pudo sostener la ventaja y terminó empatando 2 a 2 frente a Benfica en el Hard Rock Stadium de Miami. Un resultado con sabor amargo, pero también con señales positivas de cara al futuro inmediato.
El equipo dirigido por Miguel Ángel Russo mostró desde el arranque una postura firme, incluso cuando Benfica lo arrinconó en los primeros minutos. Con orden y temple, Boca supo aguantar ese vendaval inicial y empezó a crecer apoyado en su gente, que copó las tribunas como si se tratara de una noche en La Bombonera.
La primera gran noticia llegó a los 22 minutos: Merentiel anticipó a Otamendi tras un centro quirúrgico de Blanco y abrió el marcador con autoridad. El segundo golpe lo dio Rodrigo Battaglia, de cabeza, para poner el 2 a 0 y desatar una fiesta azul y oro en la tribuna.
El equipo portugués no encontraba respuestas. Boca era garra, solidaridad y presión. La fórmula estaba funcionando. Di María, apagado, Pavlidis anulado, y un mediocampo en el que Zenón y Velasco corrieron hasta lo que no podían.
Sin embargo, el descuento de Benfica antes del descanso —un penal polémico convertido por Di María— fue el primer sacudón para un Xeneize que se iba al vestuario con un sabor a injusticia. La roja a Ander Herrera por protestar desde el banco encendió más el clima del partido.
En el complemento, Benfica volvió a la carga. Boca resistió con orden, cerró espacios y esperó su chance. La expulsión de Belotti tras una durísima infracción a Ayrton Costa, revisada por VAR, parecía el punto de quiebre que podía asegurar la victoria. Pero no fue suficiente.
Faltando siete minutos, Nicolás Otamendi —reprobado durante todo el encuentro por los hinchas xeneizes— apareció para marcar el empate con un cabezazo letal. Fue un golpe durísimo para un equipo que había hecho méritos para ganar.
La sensación final fue contradictoria: Boca fue competitivo, dejó una imagen sólida y mostró una actitud distinta. Pero también dejó escapar dos puntos que parecían suyos, en un torneo donde cada detalle cuenta. Para colmo, Figal fue expulsado y se perderá el siguiente compromiso.
El empate duele, pero la imagen ilusiona. Boca está a la altura y lo demostró. Ahora, se viene Bayern Munich, otro gigante. Pero con este espíritu, nada está perdido.