“El equilibrio fiscal es innegociable”. Esa frase, repetida como un mantra por todas las voces del oficialismo, marca el límite político de Javier Milei cuando mira hacia el Congreso. El superávit es la bandera y el veto presidencial, el escudo. Con esa estrategia legislativa frente a un Congreso donde todavía no tiene los números para avanzar con reformas estructurales, el Gobierno vuelve a apostar al bloqueo de proyectos votados por la oposición. Pero esta vez, la aritmética está más ajustada que nunca.
Esa es la hipótesis central del último informe #HilandoFino, elaborado por la consultora La Sastrería —de Raúl Timerman y Juan Carlos Malagoli—, que analiza las votaciones clave de los últimos meses y proyecta si el oficialismo podrá sostener un eventual tercer veto presidencial, nuevamente sobre los aumentos a los jubilados pero también con la emergencia en Discapacidad. El documento reconstruye la conducta parlamentaria de cada bloque, actualiza el balance de fuerzas y examina si Milei aún cuenta con los “héroes” necesarios para impedir que el Congreso le imponga una ley en contra.
En lo que va del mandato, la administración libertaria logró aprobar apenas cuatro leyes alineadas con su visión política: la Ley Bases, el paquete fiscal, la boleta única de papel y la suspensión de las PASO. En cambio, sufrió múltiples derrotas legislativas: el rechazo al aumento de jubilaciones en 2024 y 2025, el financiamiento universitario, la moratoria previsional, el proyecto de ficha limpia, la emergencia en discapacidad, la coparticipación del Impuesto País y hasta el histórico rechazo de un DNU en ambas cámaras (el de la SIDE).
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La situación es más adversa en el Senado, donde la mejor votación de La Libertad Avanza fue apenas un empate 36 a 36 por la Ley Bases, que se destrabó gracias al voto de desempate de Victoria Villarruel. La peor fue en jubilaciones, con un durísimo 8 a 61. Según La Sastrería, hoy hay 33 senadores que nunca votaron a favor del oficialismo (el bloque de Unión por la Patria), 33 votos considerados “oscilantes” y apenas 6 que jamás votaron en contra (los de LLA).
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En Diputados, los números también son esquivos, aunque es donde el gobierno ha conseguido mayor flexibilidad. Las mejores votaciones se dieron con la Ley Bases (147 a 107) y el DNU del FMI (129 a favor). Pero en la peor caída, la del DNU sobre fondos reservados de la SIDE, el oficialismo perdió 52 a 156. Según el informe, 106 diputados nunca votaron a favor de Milei, 94 tienen conducta oscilante y 57 lo respaldan con regularidad.
¿El tercer veto será el vencido?
En 2024, Milei logró sostener dos vetos: el de jubilaciones y el de financiamiento universitario. En el primero, reunió 87 diputados que votaron en contra de la insistencia; en el segundo, 85. En ambos casos, superó el tercio de los presentes, que es lo que exige la Constitución para bloquear la reversión de un veto presidencial.
Pero ahora el escenario es más ajustado. En la votación de junio pasado, la Cámara de Diputados aprobó una nueva fórmula de movilidad jubilatoria por 142 votos a favor, 67 en contra y 19 abstenciones. Hubo 228 presentes y 28 ausentes. Si Milei veta esa ley, necesitará que al menos un tercio de los presentes vote para sostenerlo: con 228 en el recinto, necesitaría 76. El problema es que los 67 votos negativos son su único respaldo firme, y los “héroes” que le permitieron sostener vetos anteriores no están garantizados.
El informe advierte que entre los 19 diputados que se abstuvieron hay 9 radicales, 9 del PRO y 1 de bloques menores. De ese grupo, 8 ya habían sostenido el veto a jubilaciones en 2024 (todos del PRO). Entre los 28 ausentes hay 10 que también habían respaldado a Milei en aquel veto: 3 del PRO, 3 de Democracia para Siempre, 2 de LLA, 1 de la UCR y 1 de Hacemos. El resto son 5 de Unión por la Patria y 7 de bloques diversos.
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Además, el presidente de la Cámara, Martín Menem, puede intervenir en la votación si hay empate en la insistencia. Pero el informe plantea una duda concreta: “¿El tercer veto será el vencido?”
La comparación con los primeros dos años de Carlos Menem
La Sastrería traza un paralelismo con los primeros años de Carlos Menem, que entre 1989 y 1991 aprobó reformas estructurales de gran impacto: la Ley de Reforma del Estado, la de Emergencia Económica y la de Convertibilidad. Pero lo hizo con una mayoría parlamentaria consolidada: 26 de 46 senadores (57%) y 127 de 254 diputados (50%). Nada que se parezca al esquema actual de Milei.
El Gobierno, en cambio, opera con una estrategia más reactiva: resiste, veta y apuesta al desgaste opositor. En el camino, perdió pliegos judiciales, sufrió derrotas simbólicas y sólo logró aprobar leyes luego de negociaciones extensas, como ocurrió con la Ley Bases.
Por eso, el informe advierte que el futuro parlamentario de LLA depende del resultado de las elecciones legislativas de octubre. El gobierno lo entiende de esta manera y por eso pospuso todas las grandes reformas que prometió la gestión de Milei este año. El 7 de agosto se definirán las alianzas y candidaturas, y con eso se podrá estimar la cantidad de bancas que estarán en juego. Hasta entonces, La Sastrería ensayó una proyección con base en los resultados de 2023.
¿Cómo quedaría el Congreso después de octubre?
Hoy, La Libertad Avanza cuenta con 6 senadores y 39 diputados. Según los cálculos del politólogo Pablo Salinas, si se repitieran los números de las elecciones generales de 2023, Milei podría subir a 14 senadores y 71 diputados. Y si se toma como referencia el ballotage de noviembre, las cifras serían aún mejores: 20 senadores y 94 diputados.
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Eso le permitiría al oficialismo alcanzar —en Diputados— un número suficiente para bloquear insistencias opositoras sin depender tanto de aliados ocasionales, y acercarse al tercio en el Senado. Aun así, el informe aclara que el contexto de 2025 es muy distinto al de 2017, cuando Mauricio Macri logró una elección intermedia histórica que consolidó su mayoría legislativa.
“La economía estaba en crecimiento, el macrismo vivía su pico de popularidad y la polarización con el peronismo impedía terceras fuerzas”, resume el documento. Hoy, el escenario es más fragmentado, volátil y desgastado.
En ese contexto, Milei enfrenta una carrera a contrarreloj. La posibilidad de que el Congreso le imponga una ley y venza su veto sería un golpe simbólico y político de gran magnitud. Por eso, cada voto cuenta. Cada abstención, ausencia o giro de bloque puede definir el destino de una ley clave para su plan económico.
Mientras tanto, el Presidente sigue buscando “héroes”, y activa la negociación con gobernadores aliados. Pero incluso esos aliados circunstanciales tienen fecha de vencimiento: octubre puede cambiarlo todo, o confirmar que la resistencia legislativa será una constante de su mandato.
JD / Gi