Mas Noticias

Día 618: Por qué nadie quiere que caiga Milei?

En el maravilloso cuento de Hans Christian Andersen, “El traje nuevo del emperador», se cuenta que un emperador vanidoso fue engañado por dos estafadores que le prometieron un traje invisible para los tontos. Desfiló desnudo ante su pueblo, que no se atrevía a decir que “el rey iba desnudo”, y solo un niño gritó la verdad.

En la Argentina de hoy, no solamente el Gobierno va desnudo, expuesto por los casos de corrupción que llegan al mismo centro del poder, sino que la oposición está desnuda, sin la posibilidad de ofrecer una salida política a la situación. El niño que tiene que gritar la verdad deberíamos ser los periodistas, o al menos decir nuestra verdad, que es lo intentamos hacer en esta columna de Modo Fontevecchia, por Net TV, Radio Perfil (AM 1190) y Radio JAI (FM 96.3). El nudo del problema político en Argentina es que no hay, no solamente un fusible dentro del Gobierno, sino un fusible dentro de la política. No hay un proyecto alternativo al del Gobierno.

El aceleracionismo es una corriente filosófica y política que sostiene que, para superar un sistema -generalmente el capitalismo- no basta con resistirlo o reformarlo: hay que acelerar sus procesos internos, sus contradicciones y crisis, hasta que colapse y permita construir algo nuevo. Surge en los años 90 y se vincula a autores como Nick Land y el colectivo CCRU en filosofía, y luego se diversifica en debates políticos.

Esto no les gusta a los autoritarios

El ejercicio del periodismo profesional y crítico es un pilar fundamental de la democracia. Por eso molesta a quienes creen ser los dueños de la verdad.

Hay dos vertientes principales: el aceleracionismo de izquierda, que busca que las tecnologías y dinámicas capitalistas se transformen para generar justicia social; y el aceleracionismo de derecha, que promueve la intensificación del mercado y la tecnología para potenciar sus propios fines. La idea central es que empujar al sistema hasta sus límites es más efectivo que intentar reformarlo desde dentro, aunque esto implica riesgos enormes, como crisis económicas o sociales profundas. Javier Milei es un aceleracionista de derecha. Busca llevar hasta el final las tendencias del capitalismo y acelerar sus contradicciones. Esto es un elemento que parece abonara a la velocidad con la que suceden los acontecimientos en este Gobierno.

La velocidad de lo sucedido es exponencial con cualquier otro gobierno. Tanto con Néstor Kirchner como con Carlos Menem, los casos de corrupción que habían comenzado mucho antes recién se transformaron en escándalos cinco años después de haber asumido, cuando la población se comenzó a desencantar con los resultados económicos.

En el caso de Milei sucedió en febrero del 2025: a un año y dos meses de haber asumido, el caso $Libra conmocionó a la opinión pública, y las coimas en Discapacidad sucedieron en este mes de agosto, a un año y medio. Con la comparación que se hace con Menem y el kirchnerismo, algunos mencionan que Milei está como Menem en 1997, cuando la economía ya no daba resultados positivos y cuando la gente comenzó a enojarse por la corrupción.

Es que el escándalo de corrupción en Discapacidad le quemó los papeles a la oposición más que al propio Gobierno. En este momento, el poder político en Argentina está desbordado por los acontecimientos y no tiene la velocidad suficiente para dar respuestas. Nadie hubiese pensado que Milei estuviese en una crisis tan profunda y desestabilizante a solo un año y medio de haber asumido.

Tras el escándalo de los audios filtrados, el dólar se disparó y ayer el oficial quedó a 1.370, a solo 30 pesos de la banda de 1.400. El riesgo país volvió a ubicarse cerca de los 800 puntos y la cotización de los bonos en Wall Street cayó entre un 2 y un 4%.

Jonathan Kovalivker se presentó a la justicia y entregó el celular

Sobre llovido, mojado, aparecieron nuevos audios que involucran a la ministra de Capital Humano, Sandra Pettovello, y vuelven a indicar que Milei sabía sobre el esquema de corrupción y no hacía nada al respecto, de confirmarse que sea cierto. Como si esto fuese poco, el Presidente remató la jornada con un lapsus y dijo, en relación con el kirchnerismo: “Están molestos porque le estamos afanando los choreos”. No dijo “quitando, sacando o impidiendo”, sino que los están sustituyendo.

Si bien hay una iniciativa opositora, encabezada por el diputado socialista Esteban Paulón para iniciar una comisión investigadora sobre este caso y se está reactivando la Comisión del caso $Libra, no se va a fondo contra el Gobierno en el inicio de un juicio político porque no hay alternativa de poder en Argentina.

Un entrevistado en este programa mencionó que el juicio político es un juicio, pero es político. Es decir, tiene que haber condiciones políticas de necesidad y apoyo para que el juicio se lleve adelante. Para eso, tiene que haber un proyecto alternativo que la sociedad termine privilegiando, algo que hoy no existe, y que es el mayor reaseguro de Milei.

La velocidad de esta crisis de poder que corroe a Milei, y que ya se venía expresando en las sucesivas derrotas parlamentarias, terminó de explotar con este escándalo. Pero no dejó a la oposición el suficiente tiempo para organizarse, resolver sus internas y plantear una alternativa de relato. El peronismo, golpeado por el fracaso del gobierno anterior y la detención de Cristina Kirchner, a duras penas logró presentar una lista conjunta que no logra ocultar las pujas de poder dentro del propio kirchnerismo.

Paralelamente, la tercera vía terminó presentándose en diferentes listas. Varios gobernadores pusieron en pie un frente de acción política común, que tiene apenas algunas semanas de constituido. Pensemos que, en los casos anteriores, cada vez que se creó una alternativa, ya sea por el lado del FREPASO o de Juntos por el Cambio, esos procesos demoraron entre dos y cuatro años de gestación.

La población parece ir procesando la información de las noticias de este caso, pero la imagen del Gobierno ya venía cayendo hace un tiempo. Según información de la Universidad Di Tella, la confianza en el Gobierno cayó 13,6% respecto al mes anterior. De cualquier manera, la serie mensual completa todavía demuestra apoyo, pero está por debajo de Mauricio Macri en el momento de la elección de medio término en octubre de 2017, comparable con este octubre de 2025.

Pero todavía faltan dos meses para octubre y las encuestas no están pudiendo medir aún el efecto de las coimas en Discapacidad. ¿Dónde estará cuando se vote? ¿Afectarán las denuncias de corrupción en estas elecciones o recién después, como sucedió con Menem y el kirchnerismo, cuando la economía comenzó a mostrar problemas o confirmo aquellos que se venían insinuando?

Si el deterioro político de Milei continuara y tuviera una performance mediocre en las elecciones, sin alcanzar a los “87 héroes” que le blinden los vetos en el Congreso, o si hubiese una modificación de los DNU, que exigiera que fueran aprobados por ambas cámaras o cesaran a los 90 días, la oposición empezaría a dirigir la agenda política desde el Parlamento y Milei quedaría prácticamente suspendido del aire, al borde de un eventual juicio político.

Queremos hacer un ejercicio de pensar en potencial un escenario postmileista, porque quien mejor se anticipa a los escenarios posibles que pueden suceder tiene mejores posibilidades de obrar racionalmente y hacer que no se produzca. Es decir, si logramos anticipar algo de lo que podría suceder, vamos a entender el presente. El futuro no es solo lo que vendrá, sino la proyección que ya organiza nuestro presente.

Heidegger habla del ser-para-la-muerte: saber que moriremos condiciona cómo vivimos ahora, y Sartre lo formula como proyecto: somos lo que aún no somos, y esa posibilidad futura ya estructura nuestro presente. Son dos sentencias maravillosas de la filosofía que nos ayudan a pensar cómo el futuro ya está en el presente, que nos sirven para pensar en una eventual Argentina post Milei.

Si hubiese un juicio político postelectoral a Milei y a su hermana, y este encontrase culpable al Presidente y a la Secretaria de Presidencia de obrar de manera incompatible con el deber de un funcionario público, quien estaría primero en la lista de sucesión es la vicepresidente Victoria Villarruel. Para muchos progresistas resulta peor remedio que seguir con Milei, por la posición respecto de la dictadura militar.

Pero el constante ataque del Presidente a Villarruel, a quien acusó de “traidora” y dejó por fuera del Gobierno, la transformó políticamente en otra cosa, en un dirigente de otro espacio. Cuando hay un juicio político, normalmente cae la fórmula presidencial. En este caso, Milei le hizo el “favor” a Villarruel de considerarla parte de la oposición, fuera del Gobierno.

Incluso hubo sectores del peronismo, como el jefe de la bancada en el Senado, José Mayans, que se mostraron cercanos a la vicepresidente, por lo menos a aquello que tiene que ver con el nacionalismo, y ni con la dictadura. Inclusive dirigentes como Guillermo Moreno, alguien minoritario dentro del peronismo, dejaron ver sus simpatías por Villarruel. Sin embargo, el kirchnerismo manifestó su total oposición y gran parte de la oposición también se escandaliza con las posiciones de Villarruel sobre la dictadura.

Este es otro de los elementos que mantienen vivo al Gobierno de Milei. No solamente que la oposición no está preparada para gobernar en este momento, sino que no están de acuerdo con lo que podría significar Villarruel como presidente por su posición sobre la dictadura. Obviamente, la vicepresidente podría hacer modificaciones sobre su perfil público y la agenda de sectores que reivindican la última dictadura militar, si es que tiene el deseo de hacerlo.

Si se llegase a un acuerdo de renuncia de la propia Villarruel, la Asamblea Legislativa debería elegir a un candidato. En ese caso, cualquier parlamentario con mucha experiencia podría impulsar una transición hacia una nueva elección presidencial.

Lamentablemente, todo esto no solo conlleva una crisis institucional. El primer lastimado por una caída del Gobierno sería el pueblo argentino. Para nuestra sociedad, esto implicaría una crisis en los mercados, un disparo del dólar y de los precios, y una total caída de la capacidad de compra de los trabajadores. Finalmente, aquí Milei tiene una fortaleza: el vacío que generaría su propia caída.

La teoría de los juegos es una rama de las matemáticas y la economía que estudia las decisiones estratégicas cuando el resultado de lo que elige un jugador depende también de lo que deciden los demás. No se trata sólo de maximizar beneficios individuales, sino de cómo cada decisión está entrelazada en un tejido de expectativas mutuas.

En este marco aparecen escenarios clásicos: ganar-ganar (cooperación), ganar-perder (competencia desigual) y perder-perder (conflicto destructivo), el que tiene que ver con nuestra situación actual. El escenario perder-perder describe aquellas situaciones donde, por no cooperar o por sostener una estrategia rígida de confrontación, todos los jugadores terminan peor que si hubieran buscado un acuerdo.

Es el paradigma del dilema del prisionero: dos acusados pueden delatarse o guardar silencio. Si ambos callan, reciben penas leves; si ambos delatan, penas duras. Y si uno delata y el otro no, el delator se salva y el otro recibe la condena máxima. La desconfianza lleva casi siempre a que ambos delaten y, en consecuencia, ambos pierdan.

Presuntas coimas entre el Gobierno y laboratorios: cae la imagen de Javier Milei y solo el 35% confía en su credibilidad

Lo interesante es que el escenario perder-perder no surge de la irracionalidad absoluta, sino de una racionalidad limitada: cada jugador actúa protegiéndose de lo peor, sin arriesgarse a confiar en el otro. Esa falta de confianza mutua destruye la posibilidad de cooperación y cristaliza un resultado negativo generalizado.

En política internacional esto se traduce en guerras que devastan a todos los bandos; en economía, en proteccionismos recíprocos que empobrecen a todos; en relaciones personales, en vínculos donde el orgullo o el rencor pesan más que la voluntad de resolver un conflicto.

La lección de la teoría de juegos es que el perder-perder es evitable, pero requiere una coordinación que trascienda la mirada individual. Cuando la cooperación no logra instalarse, el futuro hipotético -el miedo a ser traicionado, la sospecha de que el otro actúe contra mí- ya modifica el presente, forzando a cada jugador a encerrarse en una estrategia defensiva que termina por arruinarlo.

Los argentinos estamos en un escenario perder-perder en las próximas elecciones. Si efectivamente el Gobierno se recupera de la crisis y gana ampliamente las elecciones, se fortalece su proyecto, que para muchos es cruel y corrupto. Si el Gobierno se desmorona electoralmente y se avecina un juicio político, los mercados terminarán descargando la crisis sobre la sociedad.

Entonces, ¿cómo salir de esta situación? Es momento de la política. Hay ejemplos históricos de cuando el sistema político se unió para salir de crisis mucho peores. A lo largo de la historia moderna, se han dado momentos en que las élites políticas y las fuerzas sociales de un país lograron superar rivalidades para enfrentar crisis graves. Uno de los ejemplos más emblemáticos es la Gran Depresión en Estados Unidos.

A comienzos de los años 30, la economía estadounidense colapsó tras el crack de Wall Street de 1929. El desempleo alcanzaba niveles históricos y el sistema financiero estaba al borde del colapso. Frente a esta emergencia, el presidente Franklin D. Roosevelt implementó el New Deal, un conjunto de reformas y programas de emergencia que buscaban recuperar la economía y proteger a los ciudadanos.

Aunque Roosevelt era demócrata, el programa contó con cierto respaldo bipartidista en el Congreso y generó un consenso social amplio que permitió mantener la estabilidad institucional mientras se reformaba el sistema financiero y laboral. La cooperación política, aunque no perfecta, evitó un colapso mayor y sentó las bases de un nuevo contrato social entre el Estado y la ciudadanía.

Reflotaron tuits de «cercanía» entre Diego Spagnuolo y José Luis Espert

Otro caso paradigmático se dio en Reino Unido durante la Segunda Guerra Mundial. Tras la caída de Francia en 1940, Winston Churchill formó un gobierno de coalición nacional, incluyendo conservadores, laboristas y liberales. La amenaza existencial de la Alemania nazi obligó a que todas las fuerzas políticas, aun con profundas diferencias ideológicas, coordinaran esfuerzos para la defensa nacional.

La coalición unió decisiones militares, económicas y sociales: desde la movilización industrial hasta la implementación de racionamiento y programas de bienestar, lo que permitió al país resistir los bombardeos y mantener la moral ciudadana.

Un ejemplo en el continente europeo, posterior a la Segunda Guerra Mundial, fue la reconstrucción de Alemania Occidental bajo el marco de la Ley Fundamental de 1949. Frente a la devastación física y moral tras el nazismo y la guerra, los principales partidos políticos del Bundestag -socialdemócratas, demócrata-cristianos y liberales- se comprometieron a un consenso político básico que priorizara la estabilidad, la democracia y la reconstrucción económica.

Con el apoyo del Plan Marshall y políticas de cooperación interna, Alemania logró un milagro económico conocido como el Wirtschaftswunder, que permitió la rápida recuperación del país y la integración en el sistema democrático europeo.

En Asia, Japón tras la Segunda Guerra Mundial ofrece otro ejemplo notable. El país quedó devastado, con ciudades destruidas por bombardeos y el sistema político colapsado. Bajo la ocupación estadounidense y con el general Douglas MacArthur supervisando la transición, los partidos japoneses trabajaron para reconstruir un marco constitucional y económico que priorizara la estabilidad y el bienestar social. Así, Japón se convirtió en la tercera economía del planeta.

En América Latina, un caso interesante es Chile tras la crisis económica de 1982, durante la dictadura de Pinochet. La economía chilena sufrió un colapso bancario y una fuerte recesión. Si bien se trataba de un régimen autoritario, el sector económico, los tecnócratas y ciertos partidos de oposición negociaron consensos técnicos y, más adelante, el sistema se recuperó.

¿Puede pasar algo similar con el sistema político argentino en su rol histórico de tratar de superar la hipótesis perder-perder? Hay poco tiempo y muchas divisiones, pero tareas más imposibles fueron realizadas por dirigentes políticos y militares en este y otros países.

Finalmente, para tomar el pulso de la caída de la imagen del Gobierno podemos ver un indicador que no es exacto, pero sí puede ser muy revelador: el cambio de humor de los periodistas que se mostraron cercanos a Milei, algo que puede funcionar como un espejo de la sociedad.

“Javier Milei es un pibe desconectado de la mugre de la política y Karina es una buena mina”, dijo Alejandro Fantino en el canal de streaming Neura en julio pasado. Sin embargo, un mes después, tras el estallido del escándalo en la ANDIS, dijo: “Que caiga en cana el que tiene que caer. Lo único que no le puede pasar a este Gobierno es que haya mugre y ladrones”.

Por su parte, Jonathan Viale, hizo un descargo luego de la entrevista “interrumpida” con Milei en febrero de este año y sostuvo que el proyecto libertario “es la última oportunidad para que el país salga adelante”. La semana pasada se refirió a las denuncias de corrupción y lanzó: ¿No son demasiados escándalos para un año y medio?”.

El periodista Eduardo Feinmann, quien había dicho el mes pasado que esperaba que “este gobierno no fracase como el de Mauricio Macri”, describió el caso de Discapacidad como “un plan sistemático de choreo”.

Esto no tiene que ver con cargar las tintas contra ningún colega. Simplemente estamos viendo cómo comunicadores que se habían manifestado cercanos a las ideas de Milei, que son escuchados por cientos de miles y tal vez millones de personas que siguen al Presidente, empezaron a ser críticos.

¿Estos periodistas perciben el cambio de humor social o lo producen? Difícil saberlo, siempre es una combinación. Si hubiese una masa popular defendiendo con todo al Presidente, sentirían rápido el rechazo a sus críticas. Por ahora, no hay manifestaciones ni ningún tipo de crítica a lo que dicen los periodistas que ahora critican.

Volviendo al tiempo que llevó a que los casos de corrupción se convirtieran en escándalos nacionales con el menemismo y el kirchnerismo, por entonces no había teléfonos celulares y redes sociales. Entonces, los grandes medios podían atemperar las denuncias que hoy estallan mediáticamente de abajo hacia arriba sin ningún amortiguador y sin que nadie pueda capitalizar el descontento. Por lo tanto, no solo está desnudo el Gobierno, sino que también está desnuda la oposición. Y como se viene repitiendo, Milei no tendría contra quién perder.

Producción de texto e imágenes: Matías Rodríguez Ghrimoldi

TV/ff

Más Noticias

El 54 % de las empresas que usan la nube exponen secretos por falta de ciberseguridad

De acuerdo con el estudio que analizó “millones de...

La primera foto de Milei tras los incidentes durante su caravana en Lomas de Zamora

Minutos después de que debiera retirarse de urgencia de...

El 54 % de las empresas que usan la nube exponen secretos por falta de ciberseguridad

De acuerdo con el estudio que analizó “millones de activos en la nube”, el 9 % de los recursos de almacenamiento de acceso público...

Castillo a Francos: «A ustedes se les cayó el relato»

"¿Sabe cuantos trabajadores tiene el ANMAT para...

Atacaron con piedras la caravana presidencial de Milei

En Lomas de Zamora, provincia de Buenos Aires, la caravana encabezada por el presidente Javier Milei, su...